CREATIVIDAD CONFORTABLE

Una rehabilitación mal planteada nunca conseguirá mejoras apreciables y requerirá mucho más tiempo y dinero que las obras repensadas al milímetro. Porque un proyecto exitoso no solo se ocupará de reflejar el tipo de decoración que queremos para el futuro, sino de replantearse hasta lo que ese día habíamos considerado incuestionable. A veces, derribar paredes, desplazar puertas, agrandar ventanas, abrir arcos o cambiar la ubicación de la cocina o el baño nos regala un plus de luz, espacio o nos ayuda a conseguir una situación más cómoda y operativa dentro de la vivienda.
También olvidar ciertos conceptos tradicionales a favor de las últimas tecnologías–como sustituir lavadora y secadora por una lavasecadora, una bañera convencional por una de esas cabinas compactas con funciones de spa o galerías por columnas que ocultan el rincón de lavandería– son gestos que pueden regalarnos espacio para instalar un congelador u ofrecernos la posibilidad de disfrutar de las terapias de un pequeño balneario sin movernos de casa. Y es con esta actitud con la que se debe emprender una obra y no desde el conformismo típico de “destrozar lo mínimo/aprovechar lo máximo”. Porque todo avanza, las necesidades cambian y las expectativas crecen. Los espacios se empiezan a contemplar desde una perspectiva radicalmente nueva, en la que se derrumban los viejos límites para disfrutar de soluciones que ni nos atrevíamos a sospechar.
Y solo así, podremos estar seguros de que esta vez la reforma conseguirá transformar nuestra antigua casa en un escenario estimulante, confortable y lleno de vida. Ese lugar al que siempre nos apetecerá volver.